domingo, 5 de julio de 2009

DICTADURAS (PARTE II)

En la noches había "toque de queda" desde las nueve de la noche, hasta las siete de la mañana del dia siguiente, nadie podía caminar ni asomarse a las ventanas, especialmente donde vivíamos (a dos cuadras de la Plaza Murillo) ya que nos disparaban, sin miramiento alguno. Mi casa tenía muchas huellas de balas. Pese a todo nos la ingeniábamos para reunirnos y realizar guitarreadas, donde cantábamos música de protesta, ahí se hizo muy famosa esa canción del autor Nilo Soruco, titulada "La Caraqueña" la cual se convirtió en el segundo himno de Bolivia. Vivimos momentos de terror, pues veíamos como "desaparecían" amigos y familaires nuestros; muchas casas eran allanadas por paramilitares argentinos, ahí creo que formaban parte del famoso plan "Cóndor". Pero entre tanto dolor y terror, hubieron amigos que estaban dentro ese régimen pero aprovecharon para ayudar a los que caían presos y eran llevados al Estado Mayor en Miraflores. Existía un lugar en la parte de atrás que dá al rió, por el cual los hacían escapar y otros los ayudaban para que se pudieran asilar en las distintas embajadas.
Me acuerdo que estaba ayudando a mi segundo hermano a montar una obra musical, en realidad era una obra teatral en "fonomímica" sobre el disco Jesucristo Superestrella de Camilo Sexto, en una parte de ésta, entraban los soldados que tenían cascos, botas y fusiles militares, lo cual provocó que una señora nos denunciara ante el Comando Militar, entonces éstos mandaron un camión con soldados para llevarnos detenidos. Momentos antes, una persona amiga se enteró de esto y nos avisó, entonces con una gran agilidad, los muchachos transformaron los fusiles en lanzas y en los casco pusieron penachos estilo romano. Yo me armé de valor y cuando un Gral Tejerina me increpó, yo le contesté diciendole que nosotros no estábamos haciendo nada malo, solo representábamos la pasión de Jesucristo en forma moderna, que si ellos la prohibían y nos detenían, serían muy mal vistos. Francamente no se de donde saqué tanto coraje, por dentro estaba temblando pero no se lo demostré. Vió la obra y se dió cuenta que fué "títere" de una vieja chismosa. Ufff, recuerdo como respiramos aliviados cuando el camión se alejó y nos dejaron actuar. De todas formas, los utileros del teatro Municipal ya habían preparado por donde podíamos entrar a uno de los túneles y escapar. ¡Que día fue aquel! Pero eso hizo que al día siguiente hubiera "volteo de taquilla" en las tres funciones. Como reza el dicho: "No hay mal que por bien no venga".

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