viernes, 3 de septiembre de 2010

CLAUDIA

(CAPITULOS X Y XI)
X
¡El amor! Con razón lo pintan ciego. Y ciega estaba Claudia, que aguantó meses, viendo a Raúl con Zaida, hasta que un día, sin querer, al ir a dejar un informe a otra sección, escuchó como Zaida se burlaba de Raúl delante de otra compañera, contando la trama que había urdido junto a un primo médico para hacerle creer que estaba muy enferma. Claudia se puso pálida, silenciosamente emprendió la retirada sin que se percataran y corrió en busca de Raúl.
— ¡Raúl! ¡Raúl! ¡Debo hablarte!
— ¿Qué pasa Claudia?
—Pasa que Zaida te estuvo engañando haciéndote creer que estaba enferma.
— ¿Cómo? ¡Claudia! Tú nunca fuiste mala ¿Qué te pasa?
—Lo que te cuento no es por mala. ¿Es que estás tan ciego que no puedes ver?
— ¡Basta Claudia! Zaida me dijo que tú eras mala, que andas llamándola para decirle cosas hirientes. Antes no le creía, pero ahora que veo que tú quieres calumniarla, creo que ella tenía razón. ¡Te has enceguecido y te convertiste en una persona vengativa!
— ¡Nada de eso es cierto! Sabes bien que soy incapaz de hacer daño a nadie. Lo único que quiero es que comprendas mi amor por ti, mi preocupación. No me gusta ver que se burlen de ti. Por favor Raúl, ¡Créeme!
— ¡No! No quiero oírte. Zaida es una gran mujer, tú no. Así que mejor será que nos separemos.
— ¿Es lo que quieres Raúl?
—Bueno, yo te amo, pero por la forma en que te comportas no me queda más remedio.
—No busques más pretextos. Sé que lo que quieres es terminar conmigo. No creas que voy a hacer ninguna escena ni echarme a llorar, menos obligarte a que te cases conmigo. Te amo mucho y tú lo sabes muy bien. Fuiste el primer amor de mi vida y tal vez el último, no lo sé, lo que sí sé es que no te voy a obligar a quererme. El amor es un sentimiento que no se siente por obligación, no es una imposición. Si tú no puedes amarme como yo te amo, no tienes porque seguir fingiendo. Sigue tu camino. Si crees que Zaida te va a hacer feliz, vete con ella. Yo no te atajo. Lo único que deseo es que nunca sufras lo que yo estoy sufriendo. Vete Raúl y sé feliz, así como yo lo fui a tu lado.
—Lo siento Claudia, pero debo ir con Zaida ya que está desahuciada ¿Sabes? Y lo único que anhela es casarse conmigo. Ella cambió, es muy buena, ojalá que tú sigas su ejemplo. Adiós Claudia.
—Adiós Raúl. Dios quiera que nunca te arrepientas de la decisión que acabas de tomar.
XI
El matrimonio de Raúl con Zaida apenas duró un mes. Raúl se dedicó a la bebida mientras Zaida salía y se divertía con otros hombres. Recién se dio cuenta Raúl de que Zaida lo había engañado con el cuento de su enfermedad, todo resultó una burda patraña. Ella se había casado con él solo por satisfacer un capricho y separarlo de Claudia. Pero en vez de buscar a Claudia y con ella el perdón, se dio a la bebida.
Claudia completamente decepcionada, cambió de trabajo y de domicilio, tratando de dejar atrás el pasado, guardando los recuerdos en un rincón de su corazón, aunque sabía que nunca podría olvidarlo.
Conoció a otro muchacho y quiso asirse a él con desesperación, como un náufrago se aferra a la única tabla de salvación que encuentra. Pero una noche que fueron a una fiesta, éste trató de desvestirla ante un grupo de amigos y proponerle que haga el amor con todos, asqueada, llena de rabia se alejó de allí como pudo. Llego a su pieza, se echó en la cama y se puso a llorar, descargando toda su amargura. Estuvo así durante dos días hasta que se fue calmando poco a poco sintiendo una tremenda punzada en el costado que no le dejaba ni proferir un gesto de dolor. Una extraña pesadez la invadía. ¡Había pasado por tanto, en tan corto tiempo! Cerró los ojos cansada y con un último suspiro de tristeza, quedó quieta, como dormida en un profundo sueño.

CONTINUARA....

No hay comentarios:

Publicar un comentario