viernes, 25 de diciembre de 2009

NAVIDAD

Cuando era pequeña, la Navidad para nosotros, los niños, era muy esperada. Un mes antes, escribíamos nuestras cartas al Niño Dios (no a Papa noel) contándole que nos habíamos portado bien (cosa que realizábamos por lo menos tres meses antes) y luego poníamos nuestra lista de cosas que deseábamos. Mis hermanos y yo estábamos conscientes de que no podría mandarnos todo lo que pedíamos, pero sí por lo menos uno o dos regalos.
Quince días antes armábamos el árbol ¡sí armábamos! porque en aquellos años, (años 60) no existía la variedad de árboles de plástico o artificiales que se encuentra hoy en día. Me acuerdo que mi padre preparaba el "tronco" cortando el palo de una escoba vieja. Mi madre "forraba" ese palo con papel crepé color café, luego armaba las ramas con alambre de distintos tamaños, sujetándolas al tronco con clavos. Mientras tanto nosotros le ayudábamos a cortar el papel crepé color verde (otros años era blanco para que pareciera nevado) para luego ir forrando rama por rama con el papel y pegábamos con engrudo (harina y agua) ¡Menudo trabajo! pero satisfactorio. Luego lo llenábamos de foquitos y adornos.
Claro que no nos olvidábamos del Nacimiento del Niño, era y es lo principal e importante en nuestro hogar. Cada año era un escenario distinto. Un año vestimos al Niño de campesino y lo hacimos nacer en una balsa pequeña de totora, sobre un lago grande que armábamos en casi medio salón. Otro año hicimos una boca mina y al Niño lo vestimos con poncho y sombrero potosinos. Así cada año nacía en un diferente escenario.
Unos cinco días antes, recolectábamos algunos de nuestros juguetes, debían estar bien, no rotos e inservibles y los regalábamos a chicos del barrio que eran muy pobres.
La víspera (Nochebuena) cenábamos en familia y a las doce en punto poníamos al Niño en el pesebre, rezábamos y bailábamos haciendo sonar los "chullu-chullus" (fabricados con tapas de cervezas de metal aplanados, agujereados en el centro y unidos con alambres) Luego a los más pequeños, nos mandaban a la cama, a lo que obedecíamos volando, no sin antes dejar nuestros zapatitos al pie del árbol. Ni bien amanecía, despertábamos y corríamos al árbol para ver que regalos nos dejó el Niño sobre nuestros zapatos.
El 25 en la tarde todos salíamos a los parques, luciendo nuestros juguetes o regalos recibidos.
En cuanto a comida, nunca dejamos de consumir la tradicional "picana" en la Nochebuena, en la mañana de Navidad, a veces nos íbamos a visitar a los abuelos o padrinos y comìamos pavo relleno. Siempre habían panetones, queques, roscas y galletas navideñas. Muchas de estas tradiciones aun las conservamos, pero poco a poco se están perdiendo o cambiando.

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